Nacho Vigalondo también la utiliza, pero lo hace como mecanismo de cuerda para que se pongan en movimiento unos personajes dentro de los cuales ya se larvan las miserias, equivocaciones, contradicciones y egoísmos que encuentran su disparadero en una situación de apariencia fantástica, que se toma con sorprendente naturalidad.
El acierto de Vigalondo es poner la lupa de aumento sobre las reacciones y motivaciones que impulsan a sus personajes, haciendo que nos demos cuenta que en el fondo, no nos olvidamos de comportarnos como nos comportamos ni de ser como somos ni en la incertidumbre de una probable invasión extraterrestre.
Con esa visión pesimista de la condición humana, se construye una trama que resulta ser una comedia romántica con pocas concesiones a la galería ni complacencia con sus protagonistas.
Y la película sorprende, funciona y hace reír, merced a un acertado guión en el que Vigalondo no olvida el enfoque de comedia que separa ésta película de su anterior obra, y nos depara divertidas escenas, aunque a veces ese contraste agridulce de Sitcom amarga pueda a veces resultar algo chocante. Un reparto de estupendos actores, con un reparto masculino de gran fuerza cómica junto a una Michelle Jenner que sabe dar buen contrapunto a sus compañeros, intérpretes todos que saben tener el tono justo para divertir a través de la aparente seriedad con las que recitan sus diálogos.
Cuando las historias se repiten y se repiten sin parar, Vigalondo, al fin y al cabo, ha dado con la receta para aportar originalidad. Poner la luz en aquellos rincones oscuros que no nos cuentan las películas de Emmerich y compañía, y que jamás nos muestran las explosiones y rayos laser. Eso ya es para destacar.
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